Aquí estoy, en un poblado en algún lugar de Rumanía, sin saber muy bien cual es su autentico nombre mas allá del galimatías que aun no consigo descifrar.
A mi lado, Ramona, que es de lo mas cariñosa mal que me pese, abalanzándose sobre mi continuamente, queriéndose sentarse en mi regazo. Es guapa. O guapo, la verdad es que aun no las tengo todas conmigo. Pero no es mi tipo. Y la alergia no ayuda. Ni que me saque las garras cada vez que intento bajarla al suelo. Pero se ha unido al grupo y ha enamorado a las portuguesas. Tomad nota, nada como un gato para que una portuguesa se ponga tierna. Con el gato, eso si.
Pues eso, que aquí estamos, en medio de no se sabe bien donde, escribiendo mientras todos los demás duermen. Menos Leo, que seguramente seguirá poniéndose al día tras su desconexión de la red. (Yo lo haré tras acabar esto, no os creáis. Menuda pareja estamos hechos). Y escribo porque me prometí hacerlo.
No se porque ocurre, pero mi cabeza funciona mejor, o mas centrada, cuando estoy fuera del país. Aunque sea por poco tiempo. Romper con la rutina y crearme una nueva es algo que me ayuda a encontrar las palabras. Y ahora he roto con la rutina de mala manera.
Hace una semanas, cuando aun no había empezado el infernal Julio, cuando Rocky Horror Quart Show parecía que acabaría convirtiéndose en una fantasía irrealizable, cuando RolEnQuart no era mas que otro cumulo de buenas intenciones que acababan en sprint desesperado, un amigo apareció con una oferta difícil de rechazar, participar en un encuentro juvenil a nivel europeo. En Rumanía. Dos semanas... Espera, que me lo pienso un rato...
Y así llegamos al ahora, a este pequeño minigolf en la terraza, a Ramona poniéndome ojitos tiernos, con ganas de un cariño que no puedo darle. Mas quisiera, Ramona, cogerte y hacerte mimos. No eres la primera gata en mi vida, eso ya te lo digo, pero me temo que lo nuestro no es posible. Que luego se me ponen los ojos como platos, pero de los rojos de vajilla guay que sacas cuando vienen las visitas. Y se hinchan, como los boles para las papas de esas mismas vajillas fashion. Y uno lo pasa mal, la verdad.
¿Veis lo que os decía? Las palabras salen solas, y da gusto escribirlas. Y mira que ayer tenia en la cabeza una historia romántica de las que hacen subir la nota, y la banda sonora hacer hervir la sangre. Es lo que tiene que Leo me lleve a sitios bonitos, que me pongo romántico. Lo malo es que también me puse un poco borracho. Y un poco cansado, por aquello de dormir 2 tristes horas en un autobús de esos que flotan sólitos en el aire, con asientos infernales, planos y esdrújulos, de los jodidos que no te dejan dormir así te vaya la vida. O el recuperarla tras 4 días de un no parar de agárrate. Pero vamos, que divago, y que la historia tan romántica que iba a romper corazones y despertar emociones se quedo en un comentario rápido en Facebook, y en otra flotante idea en medio de la maraña de ideas inconexas que a veces se unen de la manera mas indecente y bastarda, dando luz a historias que, como no, me quitaran de nuevo el sueño...
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