Visita a Marrakech
La ultima semana Idoia y servidor nos fuimos unos días a Marrakech, aprovechando una oferta que ella encontró cuando estábamos pensando en que hacer en Navidad. Viendo que los precios se disparaban, pillamos el viaje justo al acabar las fiestas, lo que además me permitió poder trabajar en Navidad en Imágenes y sacarme algo de dinerillo, lo que no me vendrá mal para el planeado corto que quiero hacer en breve.
En general el viaje ha estado bastante bien, aunque por mi parte he acabado algo cansado de la atmósfera del Zoco, donde no dejan de atosigarte. Comprendo que es su cultura, que son mas lanzados y demás, pero llega un momento en que uno no puede evitar tener nostalgia de su espacio personal, que parece que tienes que dejar en la frontera. Al segundo día de estar allí comenzó a llover, y por un momento temimos que nos fastidiaran la salida que teníamos planeada a la montaña para el tercer día. Por fortuna, la salida se mantuvo y logramos hacer todo lo planeado, siempre un paso por delante de la lluvia, que nos alcanzo justo cuando acabábamos la ultima etapa, un breve paseo en camello.
Nos alojamos en la Casa del Sol, un hostel escondido en una pequeña calle justo el principio del zoco, al lado de la Plaza Djemma El-Fná, el cual tardamos un rato en encontrar, ya que la calle estaba oculta por cuadros y cestas de las dos tiendas que hacían esquina. El sitio estaba de categoría, sencillo, muy tranquilo y con unos trabajadores la mar de majos que nos solucionaron muchas de las dudas que teníamos nada mas llegar. Los consejos para regatear nos vinieron de fabula, la verdad.
Nos pasamos la mayor parte del tiempo en la ciudad antigua, salvo el segundo día por la mañana, que nos fuimos a ver los Jardines Majoralle, en la ciudad nueva. Allí nos encontramos con una de nuestras compañeras de habitación, y acabamos tratando de llegar a la Plaza atravesando toda la ciudad vieja, entrando por un barrio lleno de tiendecitas de muebles, con un olor a madera por todos lados impresionante. El hecho de ser los únicos turistas por esa zona era un poco mosqueante, pero todo fue sobre ruedas. Por desgracia, nos perdimos y acabamos teniendo que aceptar la "ayuda" de un chaval de unos veinte pocos que nos condujo a la Plaza. Sabíamos que íbamos a tener que pagarle, pero ya no había otra, no terminábamos de saber donde estábamos. El que al final nos dijera que así se podría comprar algo de hachís fue la guinda que nos fastidio el tema. Malo para la salud, si, decía el, pero bueno para la mente y el negocio.
El cuarto día nos fuimos a ver el Museo de Marrakech, y un par de edificios mas que formaban parte de la visita. Comimos de nuevo en la Plaza, en el restaurante Toubkal, que era barato, pero tenia una comida estupenda. Si vais no dejéis de probar el yogurt. La noche anterior habíamos cenado allí y cuando se lo comentamos al dueño del hostel nos dijo que el solía comer allí. Buena señal. Tras un momento de lluvia, conseguimos llegar al Palais Bahia, donde encontramos una exposición la relación entre las distintas culturas, economía sostenible y no se que mas. Fotos y artículos de periódicos de lo mas interesante, esculturas surrealistas y montajes de lo mas curiosos. El contraste entre lo que uno puede encontrar aqui y lo que encuentras en las calles de la ciudad es de lo mas chocante.
Cenar en la Plaza es algo obligado. Tras comer varias veces allí, tengo que recomendar el puesto numero 15. Para empezar no te cobran por el pan, la salsa y las olivas, mientras que en los otros sitios te los ponen sin decirte nada y luego te cobran por todo el morro. Así que si coméis en cualquier sitio de la plaza y os ponen algo, aseguraos de que no os cobran por ello o directamente decirles que no lo habéis pedido. Tampoco es que sea un dineral, pero mas vale saber a que ateneros.
Una cosa que nos había llamado la atención fue el Rate. Por un momento creímos que era rata, sobretodo después de haber hablado con nuestra compañera de cuarto, que había comido cosas mucho mas raras en hong kong. La ultima noche se lo preguntamos al del hotel, que nos dijo que se trataba de pez. Curiosos lo pedimos, y lo que nos sirvieron no era pez, sino bazo, de ternera si no recuerdo mal. Ojala hubiera sido rata la verdad, estaba incomible. Dejamos el puesto, yo comiendo de mi pan, aun con hambre, cuando me ofrecieron ponerme brochetas de carne dentro de ese pan en otro puesto. Me llevaron al hueco del cocinero y lo hicieron delante de mi. Incluso me tostaron el pan. La única razón por la que me decidí a aceptarlo, aparte del hambre, es que se trataba de un puesto que quería probar... el 42...
Idoia se trajo la camara de fotos nueva, aunque por cuestiones de espacio solo se pudo traer un objetivo, que al final era demasiado largo y nos puso difícil hacer fotos. Culpa mía, ya que pensé que haríamos mas fotos de vistas generales, no se porque... A ver si hace una selección de las mejores y las podemos subir para que veáis como es aquello...
Los dos nos hemos quedado con ganas de mas, no tanto de Marrakech como del país en si. Fez, Casablanca, y una escapadita de unos días al desierto se quedan pendientes... Un día de estos...
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